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Gramática teorética de la lengua española

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GRAMÁTICA TEORÉTICA DE LA LENGUA ESPAÑOLA

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«Gramática teorética de la lengua española»

GRAMÁTICA TEORÉTICA DE LA LENGUA ESPAÑOLA


  1. Introducción en la gramática teórica del idioma español. Gramáticas españolas.

Se distinguen numerosas modalidades de gramática, según su mayor o menor enfoque en diferentes aspectos del lenguaje. Una primera distinción es la que se establece entre gramática descriptiva, que únicamente se limita a reflejar de forma precisa el uso que los hablantes hacen de su lengua, y gramática normativa (o prescriptiva), que intenta establecer reglas para el correcto uso de ésta.

En un sentido más amplio, la gramática descriptiva estudia igualmente la modalidad concreta de una lengua en una determinada fase de su evolución, y por tanto se opone a la gramática histórica, que se ocupa de su desarrollo a lo largo del tiempo.

La gramática comparada busca establecer las diferencias y semejanzas entre distintos idiomas o variedades lingüísticas. La gramática estructural (o funcional) estudia las lenguas en sí mismas como sistemas que son, tratando de explicar el funcionamiento y estructura de los elementos que las componen.

La gramática teórica (o general) va más allá de la observación de lenguas individuales, y se propone descubrir la naturaleza misma del lenguaje mediante la recogida de datos lingüísticos.

La gramática generativa (o transformativa) es un sistema teórico que se propone para describir y explicar las oraciones de una lengua a partir de un número limitado de reglas.

A diferencia de las anteriores gramáticas, que consideran el lenguaje en su aspecto visible de sistema estructural, la generativa lo ve como una capacidad mental del ser humano para adquirir una determinada lengua.

Existen una serie de reglas lingüísticas universales y subyacentes mediante las que se construyen los distintos sistemas lingüísticos utilizados por todos los hablantes del mundo, reglas que no se aprenden a través de la experiencia sino que son innatas.

En nuestra selección de gramáticos españoles de la primera época de los siglos de oro (fines del XV y principios del XVI) corresponde el primer lugar a Elio Antonio de Nebrija o Lebrixa, tanto por sus Introductiones Latinae como por su Gramática Castellana o sus Diccionario latino-español o el Vocabulario de romance en latín.

Nebrija, entre las dos divisiones medievales de la Gramática, se inclina por la de Analogía, Sintaxis, Prosodia y Ortografía. En cuanto a las partes de la oración, en las Introductiones mantiene las ocho latinas tradicionales, aunque en las glosas añade dos: gerundia y supina. En la Gramática, en cambio, en lugar de las ocho latinas distingue diez, a las que llega tras agrupar en una adverbio e interjección, añadir gerundio y artículo y desdoblar el participio pasivo en dos: participio variable y nombre participial infinito, invariable, que es la forma participial de los tiempos compuestos.

Ni la diferenciación de la gramática en cuatro partes ni la diferenciación de la Sintaxis son novedad. Algunas novedades hay, por supuesto, en las teorías del gramático sevillano, como el estudio del artículo, en el que señala la distinción entre éste y el pronombre (él, la, lo) sintagmáticamente; la descripción de los sonidos y su relación con el latín, así como un adelanto de la teoría de la elipsis, que luego aparecerá, mucho más desarrollada, en la Minerva de Francisco Sánchez de las Brozas. En Nebrija, en el capítulo VII del libro IV de la Gramática (fol. g. iiii), donde se habla de las figuras, dice así:

"Eclipsi es defecto de alguna palabra necessaria para hinchir la sentencia: como diziendo buenos dias. falta el verbo que alli se puede entender & suplir: el cual es aiais. o vos de Dios. Esso mesmo se comete eclipsi: & falta en verbo en todos los sobre escriptos delas cartas mensajeras: donde se entiende sean dadas. tan bieñ falta el verbo en la primera copla del laberinto de Juan de Mena que comiença. Al mui prepoteñte don Juañ el Seguñdo A el las rodillas hincadas por suelo. entieñde se este verbo sean. & llamase eclipsi que quiere dezir desfallecimiento".

Poco es, evidentemente, para una construcción cuya importancia no quedará plenamente de manifiesto hasta 1587.

Nebrija fue también muy consciente de la necesidad del apoyo oficial para el establecimiento de una gramática normativa, convencido de las escasas posibilidades de que el simple acuerdo de los doctos fuera bastante.

Los tiempos no eran adecuados y la reforma del español en el siglo XVI se haría sin intervenciones oficiales y, por ello, en los aspectos formales, como, por ejemplo, la ortografía, no lograría establecer ningún estándar. Esta preocupación puede vincularse con la que tuvo por la lengua de la enseñanza: inicialmente partidario del latín, acaba traduciendo sus Instituciones al castellano, por especial empeño de la reina Católica.

No debe verse en su confesión de error y en su satisfacción por dar la razón a la reina una muestra de servilismo, sino un resultado de su actitud de búsqueda de la norma y su convencimiento de que sólo por la acción de los poderes políticos pueden consolidarse las reformas.

En él debe buscarse también la razón de por qué seis años más tarde de esa traducción publica la Gramática de la Lengua Castellana. Su insistencia en la publicación de las Reglas de Orthographía en la Lengua Castellana, para al menos rescatar esa parte de la Gramática de la indiferencia, demuestra su interés como reformador.

Al mismo tiempo, el hecho de que estas normas sean la primera codificación fonémico grafémica de una lengua vulgar occidental es prueba de su innegable capacidad. Paradójicamente, la suerte no le acompañó en lo que más certeramente podía haber reformado, mientras que su obra gramatical latina, por circunstancias ajenas al autor, ocupó un lugar de excesivo privilegio en la enseñanza del latín y, por ende, de la gramática en las tierras de la Corona española.

La gramática latina de Nebrija tuvo el privilegio de ser declarada de obligatoria enseñanza en las universidades, como texto único a partir de una real orden de fines del siglo XVI, la cual daba también privilegio de impresión al Hospital General. La pervivencia del Antonio, como fue conocido este libro, se vio favorecida por la incuria científica general y por la exclusividad concedida a la compañía de Jesús para enseñar el latín en varias universidades, como las de Zaragoza y Valencia, con los comentarios de la gramática del sevillano en obras como la del P. Álvarez, S.I., por ejemplo.


  1. Gramáticas de los siglos XV-XVII.

El siglo XV ve desarrollarse el movimiento intelectual llamado humanismo, iniciado a fines del siglo anterior en Italia, que en el campo de la reflexión lingüística se caracteriza por el interés por restablecer la pureza latín, por el estudio del griego y del hebreo, a la vez que se valoran las lenguas nacionales. Dentro de este movimiento comienza la tradición gramatical española, con Elio Antonio de Nebrija: Introducciones Latinae (1481). En el otro centro de interés del humanismo, las lenguas vulgares, Nebrija es el autor de la Gramática de la Lengua castellana, aparecida en Salamanca el 18 de agosto de 1492, la primera de una lengua romance, compuesta según los principios humanistas, de acuerdo con los cuales se valoraba la observación de los fenómenos de la lengua, su descripción y su ejemplificción con autores doctos.

En el siglo siguiente aparecen otras gramáticas del español en razón de la importancia política de España, de la irradiación cultural, del comercio, Juan de Valdés observaba en su Diálogo de la lengua (1535): “Ya en Italia así entre damas como entre caballeros se tiene por gentileza y galanía saber hablar castellano”. El licenciado Villalón anotaba en su Gramática castellana (Amberes, 1558) que esta lengua era hablada por flamencos, italianos, ingleses, franceses. En este entorno aparecen vocabularios políglotos, y antes de fines del siglo XVI había ya una docena de gramáticas para enseñar español a extranjeros. Entre ellas hay dos anónimas: Hespinola (Lovaina, 1555) y la Gramática de la lengua vulgar de España (Lovaina, 1559); algunas otras son las de los franceses Gabriel Meunier (1558) y César Oudin (1597), las de los italianos Giovanni Alessandri (1560) y Jhon Minsheu (1599).

Varias más aparecen en las tres primeras décadas del siglo XVII. Casi un siglo después de la aparición de la gramática de Nebrija se edita Minerva, seu de causis lingae Latinae (Salamanca, 1587), de Francisco Sánchez de la Brozas, conocido también como “el Brocense” y por su apellido latinizado, Sanctius. Esta gramática inicia una corriente doctrinaria. El Brocense se considera continuador de Nebrija en la tarea de luchar contra la barbarie en que habían caído las buenas letras. Esta gramática tuvo gran aprecio fuera de España e influyó en la Gramática general y razonada (París, 1660) del lógico Antoine Arnault y el gramático Claude Lancelot, conocida también como la Gramática de Port-Royal.

El maestro Bartolomé Jiménez Patón compuso las breves Instituciones de la Gramática Española (Baeza, 1614) para los extranjeros. El maestro Gonzalo Correas dejó en manuscrito el arte de la lengua Española Castellana (1625), en la que no falta el encendido elogio a su lengua.

En el siglo XVIII pueden mencionarse la Gramática de la lengua castellana (1743) de Benito Martínez Gómez Gayoso, cuya finalidad didáctica viene de Nebrija. En el Arte del Romance castellano dispuesta según sus principios generales y el uso de los mejores autores (Valencia, 1769), el padre Benito de San Pedro considera que “el fundamento para la renovación de todas las artes, letras y ciencias es el cultivo de la propia lengua”. Pero la obra de mayor transcedencia de este siglo es la Gramática de la lengua castellana publicada en 1771 por la Real Academia Española. La Gramática académica fue impuesta como texto de enseñanza por Carlos III en 1780 y sirvió de fuente a muchos autores para componer gramáticas escolares. La moda logicista y las teorías de los llamados “ideólogos” franceses encuentran eco en varias obras ya antes de terminar el siglo XVIII, como así en los Rudimentos de la gramática general de Gaspar Melchor de Jovellanos, donde se encuentran las conocidas afirmaciones sobre los principios “comunes a todas las lenguas” y su base natural. Siglo XIX: Juan Manuel Calleja en sus “Elementos de gramática castellana” (Bilbao, 1818) adopta una teoría según la cual todos los verbos pueden reducirse al verbo ser seguido de adjetivo. El concepto, que tiene de Aristóteles, fue actualizado por la Gramática de Port-Royal. En la línea de las gramáticas filosóficas se cuentan también la obra de José Gómez Hermosilla, “Principios de gramática general” (1825); la de Antonio Martínez de Noboa “Nueva gramática de la lengua castellana según los principios de la filosofía gramatical” (1839), y la de Jaime Balmes “Gramática general o filosofía del lenguaje” (1847). El gramático valenciano Vicente Salvá publicó en París su “Gramática de la lengua castellana según ahora se habla” (1831); en ella establece la diferencia entre una gramática general y la de una lengua particular. La obra más importante del siglo XIX y cumbre de la tradición española es la “Gramática de la lengua castellana” de Andrés Bello, publicada en Santiago de Chile en 1847. Fiel a la causa de la independencia americana y a la responsabilidad de la posterior organización, Bello, con una realista visión política de las necesidades de las nuevas naciones, incluía la de mantener la unidad de la lengua como”vínculo de fraternidad” de ambas orillas del Atlántico. En su Gramática, “destinada al uso de los americanos”, recomienda “la conversación de la lengua de nuestros padres” españoles, admitiendo lo que es peculiar de los americanos, respaldado por el uso de la gente educada.

El filólogo colombiano Rufino José Cuervo en 1874 agregó a diferentes puntos de la Gramática de Bello un conjunto de notas de un interés tal que hoy es obligado leer ambos textos juntos. Cuervo es autor de otros importantes trabajos gramaticales: las Apuntaciones críticas sobre el lenguaje bogotano (1868-1872) y el Diccionario de construcción y régimen de la lengua castellana, que dejó inconcluso (I, 1886; II, 1893).

La Real Academia, en la revisión de su Gramática en 1854, alude negativamente a doctrinas de Bello, revelando que no las ha comprendido: “Las sutilezas metafísicas a que algunos se han entregado para probar que el verbo es nombre y otras teorías semejantes”. A partir de 1857, año en que por una ley se había establecido que la gramática académica fuera texto obligatorio y uno de la enseñanza pública, la academia comenzó a publicar los Epítomos de la Gramática para la primera enseñanza elemental y un Comprendio para la segunda enseñanza.


  1. Gramáticas de los siglos XVIII-XX.

En 1971, la Academia reconoce la necesidad de reformar la Gramática debido a los adelantos producidos en los estudios lingüísticos, y empieza por una revisión del método. Otras dos gramáticas importantes provienen de América en el siglo XX. Una es La oración y sus partes. Estudio de la gramática general y castellana (Madrid, 1920) de Rodolfo Lenz, filólogo alemán afincado en Chile. Lenz aplica tres puntos de vista: psicológico, lógico y gramatical. Los dos primeros se basan en las teorías de Wilhelm Wundt. El libro de Lenz es aún hoy una fuente de ideas para investigadores de orientaciones diversas. La Gramática castellana (I y II; Buenos Aires, 1938-1939) de Amado Alonso y Pedro Henríquez Ureña estaba destinada a la enseñanza secundaria. Los autores coinciden en muchos puntos importantes con Bello.

En la Península hay que mencionar el ordenado y sugeridor Manual de gramática española (Madrid, 1930) de Rafael Seco, que (con las revisiones de Manual Seco desde 1954) también es obra de consulta. En su Curso superior de sintaxis española (México, 1943), Samuel Gili y Gaya advierte la dificultad de establecer límites precisos a la sintaxis en vista de su relación con la fonología, la morfología y el léxico. La inconclusa Gramática española, los sonidos, el nombre y el pronombre (Madrid, 1951) de Salvador Fernández Ramírez es, a juicio de muchos especialistas, la obra más importante y original desde la Gramática de Bello. Ramírez reconoce sus más importantes deudas con la teoría de los campos y la noción de deixis desarrolladas por Karl Bühler en su Teoría del lenguaje, con el principio de los tres rangos de dependencia de Otto Jespersen, con el método inductivo defenido por Louis Hjemslev y con el Manual de entonación española de Tomás Navarro Tomás. La obra de Ramírez es una importantísima base de datos y fuente de ideas e inspiración. Recientemente se ha reeditado, con anotaciones de José Polo (1985-1987), y se ha publicado Gramática española. El verbo y la oración (Madrid, 1985), volumen completado por Ignacio Bosque.

Dos importantes corrientes estructuralistas europeas se difundieron en el mundo hispánico a través de valiosos trabajos de Emilio Alarcos Llorach: la Fonología española (Madrid, 1950), con la orientación de la escuela de Praga, y la Gramática estructural (Madrid, 1951), en la que expone la teoría glosemática de la Escuela de Copenhague y su aplicación a nuestra lengua. (En 1994 Alarcos sacó a la luz su Gramática de la lengua española. Madrid: Espasa Calpe). En el Segundo Congreso de Academias de la Lengua (1956) se encomendó a la Real Academia la reforma de la Gramática en términos que había planteado Rafael Lapesa: la obra deberá ser teórica y normativa; la doctrina no atendrá “dogmáticamente” a una escuela o autor ni cederá a “estridencias” terminológicas. Se confió a Salvador Fernández Ramírez (1959) y a Gili y Gaya (1961) la redacción del texto. La obra se publicó en 1973 con el título de Esbozo de una nueva gramática de la lengua española. La obra representa un avance respecto a la anterior publicación académica (1931). La Fonología, basada en la fonología americana, es sin duda lo mejor de la obra. La Morfología también introduce algunos conceptos nuevos. Menos sistemática es la Sintaxis de Gili y Gaya. La Academia no da carácter normativo al Esbozo y lo presenta sólo como “anticipo provisional” de la futura Gramática.

Poco después del Esbozo apareció la Gramática española (Barcelona, 1975) de Juan Alcina Frank y José Manuel Blecua. Su carácter es descriptivo en el marco de un “moderado estructuralismo”. Este manual, que dedica considerable espacio a temas apenas tocados anteriormente, es el último publicado hasta hoy con un alcance tan amplio.

La investigación histórica surge en la Península con la obra de Ramón Menéndez Pidal: Manual de gramática histórica española (1904). También se ocuparon de la diacronía Vicente García de Diego en Elementos de gramática histórica castellana (Burgos, 1914) y Federico Hanssen, profesor alemán radicado en Santiago de Chile, autor de otra valiosa Gramática histórica de la lengua castellana (Halle, 1913), en su mayor parte dedicada a la morfología y la sintaxis. Hayward Keniston estudió la sintaxis castellana del siglo XVI en su obra The Syntax of Castilian Prose (Chicago, 1937). Gramática de la lengua de un autor es la de Julio Cejador, La lengua de Cervantes (1547-1616), cuyo tomo I es la gramática del Quijote (Madrid, 1905). También se basa en la lengua escrita la Sintaxis hispanoamericana de Charles E. Kany (Chicago, 1945).

Teórico didácticas son las gramáticas contrastivas,como la Grammaire espagnole de Jean Bouzet (1946) o The grammatical structures of English and Spanish de R. P. Stockwell, J. D. Bowen y J.W. Martin (1965).

Son de mencionar también las gramáticas de B. Pottier, Grammaire de l'espagnol (1972), con un enfoque teórico original; La Luz Gutiérrez Arauz, Estructuras sintácticas del español actual (1978), y El Carratalá, Morfosintaxis del castellano actual (1980). Orientadas a la gramática generativa transformacional de Chomsky: R. L. Hadlich, Gramática transformativa del español (la edición inglesa, 1971) y la Gramática transformacional del español, de M. Pilleux y H. Urrutia (1982).

La postura estructural funcional, que pone como pivote la noción de función sintáctica, parece ser en la actualidad la más extendida en la gramática española, si bien con diferencias individuales entre los autores. Dentro de esta tendencia se cuentan, entre otros, Emilio Alarcos Llorach, César Hernández Alonso, Guillermo Rojo, Ambrosio Rabanales y Ofelia Kovacci.


  1. Una nueva Gramática de la RAE.

Desde que en 1973 se publicó el Esbozo de una nueva gramática de la lengua española, han sido muchos los que han echado en falta una renovación de este tratado, por no decir de la misma gramática que anunciaba en su título. En la actualidad, la Academia trabaja intensivamente, en estrecha colaboración con las Academias Americanas, en la renovación de su centenario tratado.

La nueva gramática combinará descripción y norma, como ha sido tradicional en las ediciones anteriores. Las recomendaciones normativas serán cuidadosas en la delimitación de los registros y los dialectos. La gran variedad de unos y otros demuestran que no es conveniente simplificar excesivamente la distinción entre lo correcto y lo incorrecto. Se intentará conseguir, por tanto, que las referencias necesarias a los registros lingüísticos, las variantes dialectales y las normas locales sean compatibles con la descripción de la lengua culta común del español general.

Una de las novedades de esta edición en la que se trabaja es que los borradores que prepara la Comisión de Gramática se envían a todas las Academias Americanas de las cuales recibe observaciones y comentarios.

Las recomendaciones normativas de la Gramática no se solapan con las que corresponden al futuro Diccionario panhispánico de dudas, puesto que en este diccionario sólo tendrán cabidas las cuestiones gramaticales y léxicas que suscitan problemas normativas. La Gramática, por el contrario, presentará una descripción general de la estructura del idioma, y sólo de las cuestiones concretas que puedan suscitar problemas a los hablantes.

La Academia desea elaborar un texto que evite tomar partido en las polémicas de escuelas lingüísticas y que a la vez exponga con precisión los datos gramaticales y las generalizaciones que resulten apropiadas. Como norma general, no se emplearán opciones terminológocas que obliguen a elegir una determinada teoría gramatical contemporánea frente a las demás; se usará en la descripción una terminología tradicional, y se completará con términos actuales, convenientemente explicados, cuando se considere necesario hacer uso de algún concepto que no sea habitual en la tradición.

El nuevo texto partirá de una estructura de categorías y tipos de oraciones también relativamente tradicional. Se pondrá particular interés en que las descripciones sean pedagógicas, sobre todo porque esta obra se escribe pensando en los hablantes, y no tanto en los lingüistas. La Real Academia Española no pretende competir con los numerosos lingüistas que en la actualidad investigan sobre la sintaxis o la morfología del español en muy distintos marcos y modelos teóricos, sino presentar – en colaboración con las demás Academias – una descripción de los aspectos fundamentales de la estructura del idioma, recomendando determinados usos cuando se considere que forman parte de la lengua culta general. La ejemlificación es más abundante que en cualquiera de las ediciones anteriores, y también lo son los aspectos específicos que se tienen en cuenta en la descripción y el análisis de las unidades gramaticales.

La Comisión de Gramática de la RAE trabaja con un índice (todavía provisional) de alrededor de treinta capítulos. La Comisión elabora un borrador de cada capítulo. Se incorporan al texto las modificaciones y revisiones oportunas y se obtiene así una versión que se envía a las Academias Americanas. Las Academias remiten a su vez comentarios y observaciones, que estudian e incorporan en su caso al texto. Como se ha señalado antes, cinco capítulos han llegado a ese último estudio y se espera pronto contar con otros cinco, con lo que se completará un tercio de la obra.

La RAE desea que la parte fundamental de los trabajos esté concluida en el plazo de tres años, pero, como se ha iniciado, en la preparación de la Gramática intervienen un gran número de personas, lo que obliga a ser cautos en las previsiones.

El problema de las partes de la oración es muy importante en la teoría de la gramática española. La importancia de este problema consiste en que de las posiciones iniciales de la clasificación de las palabras de una lengua concreta por “partes de la oración” depende la constancia de la interpretación de muchos fenómenos básicos del sistema gramatical de la lengua estudiada.

La historia del estudio de las partes de oración en diferentes lenguas, y en el español, en particular, demuestra muchas sentencias y opiniones. Estas contradicciones tocan en primer lugar el problema de la naturaleza lingüística de las partes de la oración, y, como la consecuencia, de su cantidad en la lengua estudiada.

En la literatura gramatical española hace mucho se estableció el término “partes de la oración.” Antonio de Nebrija, el primer teórico de “lengua romana popular”, destaca diez partes de la oración: nombre, pronombre, artículo, verbo, participio, gerundio, nombre participial infinito, preposición, adverbio y conjunción. Cristóbal de Villalón, y más tarde, Gonzalo Correas, distinguen tres partes de la oración: nombre, verbo, partícula. La gramática de la Academia Española hasta la tercera edición distacaba nueve partes de la oración: nombre, pronombre, artículo, verbo, participio, adverbio, preposición, conjunción e interjección. Hasta el año 1917 en la gramática de la Academia Española figuran diez partes de la oración: el nombre fue dividido en dos partes – en nombre sustantivo y nombre adjetivo. De las ediciones posteriores fue excluido el participio. En la mitad del siglo XX A. Bello propuso distinguir siete partes de la oración: sustantivo, adjetivo, verbo, adverbio, preposición, conjunción e interjección. En cambio, R. Lentz excluye la interjección de las partes de la oración.


  1. Рrincipios de división de palabras por partes de la oración.

Los gramáticos proponen varios principios de la clasificación de las palabras por partes de oración:

- principio morfológico, que consiste en aclarar las características formal-gramaticales (morfológicas) las cuales son características de ciertos grupos de palabras. Por ejemplo, el grupo de nombre forman las palabras que tienen características formales de número y género, el grupo del verbo, las que tienen la posibilidad de cambiarse por número, persona, tiempo, modo. Otras palabras pertenecen a las partículas invariables;

- criterio funcional o sintáctico consiste en la distribución de palabras según las clases de acuerdo con su papel en la oración. En la gramática española este principio fue claramente formulado por Andrés Bello y tuvo muchos sucesores. Por ejemplo, A. Bello relaciona con el nombre sustantivo todas las palabras que pueden funcionar como sujeto. Por lo tanto, es casi imposible considerar el criterio funcional como una base suficiente para la clasificación de palabras por partes de la oración;

- criterio lógico-objetivo. Los partidarios de este principio de la clasificación tienen en cuenta la noción de que las partes de la oración corresponden a la realidad que designan y las categorías gramaticales, en las que se comprende esta realidad desmembrada. Sin embargo, los hechos del lenguaje muestran que un sustantivo puede, desde un punto de vista lógico-conceptual, no sólo designar una sustancia, sino también una cualidad (fealdad, timidez), una acción (marcha, trabajo); el verbo puede denotar no sólo la acción, sino también el estado (duerme), la calidad (blanquea), etc.;

- principio psicológico. Este principio de clasificación propusieron en su famosa “Gramática de la lengua española” Amadeo Alonso y P. Henríquez Ureña. Los autores consideran que las partes de la oración no corresponden a las formas de manifestación de ser sino a sus formas de pensar y representar. De acuerdo con estas consideraciones los sustantivos se definen como “palabras, con la ayuda de las cuales denotamos objetos concebibles como conceptos independientes” (opción: concebible en formas de conceptos independientes) y verbos – “como tales formas de lenguaje, mediante los cuales la realidad es concebida por nosotros como el comportamiento de los objetos”. Tal vez, el principal inconveniente del concepto bajo consideración consiste en una distinción insuficientemente clara y estricta del concepto de sustancialidad (es decir, categoría de pensamiento) y una palabra, que denota la sustancia (es decir, la forma de expresión), aunque el sólo hecho de introducirlo en categorías de uso científico el sujeto real, el concepto humano de él y la forma de expresión idiomática indica el correcto buscando una manera de traducir la realidad al lenguaje;

- principio sintagmático. L. J. Piccardo en busca de “bases puramente lingüísticas” para la asignación de partes de la oración utiliza en peculiar las ideas de K. Buhler sobre “campos simbólicos” y sugiere principio de clasificación sintagmática. De acuerdo con este principio, las palabras se consideran como miembros potenciales de ciertos sintagmas, se distribuyen en la memoria del hablante nativo por su valor común, que está determinado por la sintagmática posibilidades de estas palabras. De acuerdo con Saussure, en cuyas ideas también se basan en L. J. Piccardo, el sintagma se refiere al habla, no al lenguaje.

La variedad de los principios de clasificación a veces da lugar a escepticismo sobre la posibilidad y la necesidad de crear una clasificación aceptable de partes de la oración. Sin embargo, está permitido argumentar lo contrario: la posibilidad de diferentes enfoques de clasificación no lo niega, sino confirma la existencia objetiva de las clases gramáticas de palabras, llamadas partes de la oración.

El más prometedor, en nuestra opinión, principio de separación por partes de la oración es el principio de singularizarlas por el significado gramatical más abstracto, en dependiendo de que cada parte de la oración tiene un conjunto de propiedades gramaticales (morfológicas, sintácticas, estructurales y de formación de palabras, sintagmáticas), que parcialmente coinciden, pero necesariamente revelan discrepancias.

Como base del significado gramatical abstracto, obviamente, se pone el principio semasiológico, de acuerdo con el cual las palabras se clasifican en categorías (partes de la oración) con el significado de objetividad, cualidad, acción, generalizando instrucciones, etc. Conforme a este principio en la lengua española moderna se puede destacar las siguientes partes de la oración: nombre sustantivo, nombre adjetivo, numeral, pronombre, verbo, adverbio, preposición, conjunción, interjección. Desde el punto de vista morfológico pueden dividirse en variables (sustantivo, adjetivo, numeral, pronombre, verbo) e invariables (adverbio, preposición, conjunción, interjección). Desde el punto de vista sintáctico, son independientes (sustantivo, adjetivo, numeral, pronombre, verbo, adverbio, interjección) y auxiliares (preposición, conjunción). Esta división sintáctica es “morfológica” en ese sentir que la pertenencia de palabras a una categoría u otra es una de las características adicionales de cada parte de la oración.


6. Los rasgos característicos:

DEL VERBO:

El verbo puede variar dependiendo de la persona a la que se refiere o usa y al tiempo en que es usado. Además, otorga el modo en que se expresa la idea. A continuación, las principales características de esta palabra con significado, denominada verbo:

1) La acción

El verbo expresa que está haciendo el sujeto de la oración. Siguiendo la estructura básica, el verbo unirá el sujeto y el complemento en una secuencia lógica. Por ejemplo, la oración: José corre en la calle todas las mañanas.

La frase expresa que el sujeto, en este caso José, hace algo todas las mañanas que es correr. Así, el verbo otorga acción a la oración.

2) El tiempo

Básicamente, los tiempos pueden ser mostrados en tres tipos: pasado, presente y futuro. De esta forma se puede expresar o saber cuándo ocurre la acción. Por ejemplo, la oración sería: José corrió (corre o correrá) en las calle todas las mañanas.

Así, se muestra un mismo sujeto con un mismo complemento en tres tiempos diferentes.

3) El número

Las personas se dividen en tres: primera, segunda y tercera persona, que puede ser plural o singular. La primera persona expresa la idea de quien está hablando. Por ejemplo: Yo escribo todos los días. En plural sería: Nosotros escribimos todos los días.

Se puede observar que el verbo expresa la acción del sujeto, en este caso que escribe todos los días. En el caso de la segunda persona, se refiere a quién está escuchando al sujeto que expresa la oración. Por ejemplo, la oración siguiente estará en tiempo futuro: Tú leerás todos los días.

La tercera persona se refiere a quién está fuera de la conversación entre la persona que habla y la persona que escucha. Por ejemplo, la siguiente frase estará en tiempo pasado: Él leyó todos los días. En plural sería: Ellos leyeron todos los días.

4) El modo

Resumidamente, existen tres modos del verbo:

–Indicativo: que expresa hechos reales, seguros y posibles.

–Subjuntivo: es todo lo contrario, muestra hechos sin la certeza que ocurran o también para expresar deseos.

–Imperativo: habla de ordenes e instrucciones claras.

5) El aspecto

En cuanto a los aspectos, existen dos: el primero expresa si la acción fue concluida. Por ejemplo: Corrí todo el día.

El segundo expresa que la acción no ha concluido. Por ejemplo: Oía la radio toda la tarde.


DEL NOMBRE SUSTANTIVO:

Los sustantivos pueden clasificarse en:

Sustantivos Masculinos y Femeninos.

Sustantivos Singulares y Plurales.

Sustantivos Propios y Comunes.

Sustantivos Abstractos y Concretos

Sustantivos Individuales y Colectivos

Sustantivos Contables e Incontables

Sustantivos Primitivos y Derivados

Sustantivos Compuestos

Los sustantivos masculinos y femeninos: Son aquellos que se clasifican de acuerdo al género. Ejemplos:

La mesa es de madera. (sustantivo femenino)

Carolina es una profesora de español de Woodward. (sustantivo femenino)

El libro es muy interesante. (sustantivo masculino)

El piloto vuela a Chile. (sustantivo masculino)

Los sustantivos singulares y plurales: Son aquellos que se clasifican de acuerdo al número. Ejemplos:

El vaso está lleno. (sustantivo singular)

La silla es muy cómoda. (sustantivo singular)

Las familias de Chile almuerzan juntas los domingos. (sustantivo plural)

Los amigos de mi hermano son simpáticos. (sustantivo plural)

Los sustantivos propios y comunes: Son aquellos que se clasifican de acuerdo a su extensión. Ejemplos:

Las niñas ensayan mucho para su presentación. (sustantivo común)

El computador es indispensable para mi trabajo. (sustantivo común)

Mi escuala de español se llama Woodward. (sustantivo propio)

El señor Parraguéz vive en Coquimbo. (sustantivo propio)

Los sustantivos abstractos y concretos: Son aquellos que se clasifican de acuerdo a si son objetos físicos o conceptos / ideas / sentimientos. Ejemplos:

Anoche mi hijo tuvo miedo. (sustantivo abstracto)

Necesitas tener paciencia. (sustantivo abstracto)

Te invito a mi casa. (sustantivo concreto)

Voy a escribir con un lápiz rojo. (sustantivo concreto)

Los sustantivos colectivos: Son aquellos que denominan un conjunto de seres u objetos, dando la idea de pluralidad y tienen como referencia un grupo concreto de entidades, pero se escriben en singular. Ejemplos:

Enjambre (sustantivo colectivo) - conjunto de abejas

Jauría (sustantivo colectivo) - conjunto de perros

Rebaño (sustantivo colectivo) - conjunto de ovejas

Los sustantivos contables e incontables: Son aquellos que se clasifican de acuerdo a si se puede contar el sustantivo o no contar el sustantivo. Ejemplos:

Voy a la biblioteca para sacar un libro. (sustantivo contable)

Hay cuatro sillas alrededor de la mesa. (sustantivo contable)

No necesito azúcar en mi café. (sustantivo incontable)

Cuando desperté, había nieve afuera de la casa. (sustantivo incontable)

Los sustantivos primitivos y derivados: Son aquellos que se clasifican de acuerdo a si provienen de otra palabra. Ejemplos:

Me gusta comer pan con queso. (sustantivo primitivo)

¿Puedes ir a la panadería a comprar algo? (sustantivo derivado)

Huele muy bien esa rosa. (sustantivo primitivo)

Hubía un rosal al lado de mi casa. (sustantivo derivado)

Los sustantivos compuestos: Son aquellos que están formados por dos palabras simples. Ejemplos:

abrelatas (sustantivo compuesto)

sacacorchos (sustantivo compuesto)

cortafuegos (sustantivo compuesto)

cumpleaños (sustantivo compuesto)

matamoscas (sustantivo compuesto)


DEL NOMBRE ADJETIVO

El adjetivo es una parte de la oración o clase de palabra que complementa un sustantivo para calificarlo; expresa características o propiedades atribuidas a un sustantivo, ya sean concretas (perceptible por los sentidos, como en el libro grande o the big book) o abstractas (cognoscible por la mente, como en el libro difícil). Estos adjetivos acompañan al sustantivo (libro, book) y cumplen la función de especificar o resaltar alguna de sus características.

La gramática tradicional clasificaba a los posesivos y otras clases de determinantes como adjetivos apocopados:

a) en masculino y femenino, plural y singular:

1) adjetivos posesivos:

- mío - mi,

- tuyo - tu,

- suyo - su;

2) adjetivo indefinido cualquiera:

- cualquiera - cualquier hombre / mujer,

- cualesquiera - cualesquiera hombres / mujeres;

b) en masculino y singular solamente:

1) adjetivos determinativos:

- alguno - algún hombre,

- ninguno - ningún hombre,

- primero - primer hombre,

- tercero - tercer hombre,

Sin embargo, nótese que muchos de estos elementos son incompatibles con el determinante en español moderno (aunque sí fueron compatibles con él en español medieval):

la mi muger (en Mío Cid)

la mi mujer / mi mujer (español moderno)

Eso apunta a que la gramática generativa del español moderno los considere como determinantes, dado que el núcleo del sintagma determinante solo puede tener un núcleo se sigue que cuando estos elementos aparecen el artículo definido no pueda aparecer.


También se apocopa el numeral ciento/cien. Algunos adjetivos como tercero, grande o ciento también son usados sin su forma apocopada antes de un sustantivo, aunque generalmente la apócope es el uso más común.

Tipos

Los adjetivos según su función sintáctica

Se puede distinguir entre las siguientes funciones sintácticas:

  • adjetivos adjuntos, que van unidos al nombre, como en noche oscura u oscura noche

  • adjetivos atributivos, ligados al nombre mediante un verbo copulativo (ser o estar), como la noche era oscura

  • adjetivos en función de complemento predicativo, cuando entre el adjetivo y el sustantivo hay un verbo no copulativo (aquí entra parecer, pues no es un verbo copulativo puro), como en La casa parece verde, el niño llegó feliz

  • adjetivos en función de aposición, cuando van coordinados al sustantivo sin ir unidos, como en la casa, grande.

Adjetivos explicativos y especificativos

Cuando un adjetivo acompaña a un sustantivo, este puede tener dos distintos valores:

  • Adjetivo con valor explicativo: Expresa una cualidad abstracta o concreta de la cual el sustantivo ya informa, subrayando dicha cualidad. En otras palabras, expresa una cualidad de un ser sin la pretensión de distinguirlo de los demás. Por ejemplo: Dulce azúcar, manso cordero, fiero león, azul cielo. Este adjetivo, que se denomina epíteto, suele ir antes del sustantivo, y es más común en el lenguaje literario o poético.

  • Adjetivo con valor especificativo: Los adjetivos con valor especificativo expresan una cualidad necesaria de un nombre que sirve para diferenciarlo entre los demás, entre un conjunto al que pertenece; por ejemplo coche grande, fría tarde. Es el más corriente en la lengua hablada.

Adjetivos calificativos, relacionales y determinativos

Los adjetivos calificativos son los adjetivos más propiamente dichos, que se limitan a señalar una cualidad o característica del sustantivo al que modifican, como en hombre alto, perro hermoso.

Los adjetivos relacionales son aquellos que, pese a limitar la extensión del sustantivo al que acompañan como los calificativos, carecen de grado. Es decir, no pueden aparecer en grado comparativo ni superlativo. Así, podemos decir, que un coche es "policial", pero no que es *muy policial o *policialísimo. Por tanto, adscriben al sustantivo dentro de una clase pero no lo califican en determinado grado.

La gramática tradicional considera a los determinantes, que en español preceden siempre al nombre al que determinan, como adjetivos determinativos. Actualmente, algunos consideran que en un sintagma en el que existe un nombre determinado por un adjetivo determinante, es este último el núcleo de un hipotético sintagma determinante.

De acuerdo con este enfoque, los determinantes actualizan, presentan, cuantifican (miden) o preguntan por el sustantivo núcleo del sintagma nominal, generalmente, aunque no siempre, situándose en posición anterior a estos. Existen tres clases de determinantes: los actualizadores, los cuantificadores y los interrogativos (que incluyen a los adjetivos indefinidos, numerales, demostrativos y posesivos). Sin embargo, las propiedades de sustitución del sintagma por un pronombre dependen más del tipo de determinante que del nombre. Por eso se considera que el núcleo es el determinante ya que es quien fija los rasgos en relación con la rección o régimen.

Adjetivo actualizador

Los actualizadores presentan al sustantivo núcleo del sintagma nominal, esto es, lo transforman de desconocido en conocido, lo ubican en el espacio y en el tiempo. Los determinantes cuantificadores, por el contrario, miden al sustantivo núcleo del sintagma nominal. Los determinantes interrogativos o interrogadores preguntan por el sustantivo núcleo del sintagma nominal.


Los actualizadores son cuatro; el predeterminante todo-a-s, que puede preceder a los demás determinantes y delimita la integridad del sustantivo núcleo del sintagma nominal; el artículo, que presenta al sustantivo en un espacio y un tiempo concreto (el, la, lo, los, las); el posesivo, que señala la pertenencia del sustantivo a un elemento de la situación o contexto (mi, tu, su, nuestro, vuestro, su y sus femeninos y plurales); y el demostrativo, que sitúa al sustantivo en un lugar más o menos próximo o lejano (este, ese, aquel y sus femeninos y plurales)

Adjetivo cuantificador

Los cuantificadores se agrupan en dos grandes clases, los numerales, que miden de forma precisa el sustantivo núcleo del sintagma nominal, y los extensivos o indefinidos, que lo miden o evalúan de forma imprecisa.

Los numerales pueden ser cardinales (correspondientes a la serie de los números reales: un, dos, tres, cuatro...); ordinales (que señalan precedencia o seguimiento en una lista: primer, segundo, tercer, cuarto...); multiplicativos (que multiplican el número del núcleo del sintagma nominal: doble, triple, cuádruple, quíntuple/quíntuplo, séxtuplo, séptuplo, óctuple, nónuple, décuplo, undécuplo...), divisores o partitivos, que dividen el núcleo del sintagma nominal (medio), y distributivos, que reparten el núcleo del sintagma nominal (ambos, sendos).

Adjetivo interrogativo

Son los que se emplean en la oración interrogativa o exclamativa, siempre se antepone al sustantivo y se acentúan. Los adjetivos interrogativos son: Cuál(es), cuánto(s), cuánta(s), qué, quién(es).

  • Adjetivo sustantivado o absoluto: es el que desempeña en la frase la función de sustantivo mediante metábasis de adjetivación.

  • Adjetivo verbal: es el participio en función adjetiva cuando no ha perdido aún su naturaleza verbal.

Gradación del adjetivo

Las cualidades expresadas por los adjetivos son graduables, se pueden presentar siguiendo una intensidad. La gradación se refiere a la posibilidad de expresar grados en la cualidad. Los grados del adjetivo son los siguientes:


  • Positivo: El adjetivo no modifica su significado, como por ejemplo niño simpático.

  • Comparativo: El adjetivo expresa la intensidad mediante una comparación de la cualidad con la de otro término. Dicho elemento se denomina primer término de la comparación, y el otro término se denomina segundo término de la comparación. Existen tres clases del adjetivo comparativo: comparativo de superioridad, comparativo de inferioridad y Comparativo de igualdad

  • Superlativo: Admite afijos y morfemas de grado superlativo (los sufijos -ísimo, -érrimo). Es determinado asimismo por adverbios cuantificadores que le confieren los otros grados, el comparativo de igualdad (tan), de superioridad (más) y de inferioridad (menos), así como el grado superlativo analítico (muy bueno). Lo sustantivan o transforman en sustantivo el artículo neutro lo ("lo bueno") y el masculino el y, además, la supresión del sustantivo en una lexía habitual: el barco velero = el velero, la j = la letra j, entre otros.

Expresa la cualidad en el grado más alto, intenso. Puede ser superlativo relativo, superlativo absoluto, etc. y existen dos tipos: superlativo absoluto y superlativo relativo.


DEL ARTÍCULO

El artículo es un tipo de determinante actualizador, una categoría de la morfología que emplean algunas lenguas para actualizar o precisar la referencia de un sustantivo, transformándolo de desconocido y abstracto («un libro») a conocido y concreto («el libro»).

Los artículos pertenecen a una clase de palabra de significado gramatical que precede al sustantivo, y concuerda en género y número.1​ Los artículos indican si a lo que se refieren el sustantivo es determinado (conocido) o indeterminado (desconocido).

En el idioma español hay 11 artículos diferentes en singular y plural. Se clasifican así:

Artículos gramaticales variables en el idioma español


masculino
singular

Femenino
singular

Masculino
plural

femenino
plural

determinados

el

la

los

las

indeterminados

un/uno

una

unos

unas

En ocasiones, el artículo el puede formar una sola palabra con las preposiciones a y de, dando lugar a las contracciones al y del,1​ tal y como se muestra en la siguiente tabla:

Artículos gramaticales invariables en el idioma español

neutro

lo


contracción

al (a + el)

del (de + el).

Artículos determinados

En el idioma español hay cuatro artículos determinados: masculino singular (el), masculino plural (los), femenino singular (la) y femenino plural (las), aunque algunos autores incluyen un neutro singular (lo). Ejemplos:

el perro (masculino singular).

los perros (masculino plural).

la gallina come maíz (femenino singular).

las gallinas comen maíz (femenino plural).

Aplicaciones inexistentes del artículo

En el Idioma español existe una particularidad en ciertas regiones latinoamericanas, en relación a la aplicación incorrecta del Artículo (gramática) como precedente a un nombre propio. Ejemplos:

"el Daniel le gusta hacer ejercicio". en vez de (A Daniel le gusta hacer ejercicio).

"la Ana María come una fruta". en vez de ( Ana María come una fruta).

"la Cristina Estudia Sociales". en vez de (Cristina Estudia Sociales).

Concordancia de género

Los sustantivos femeninos que empiezan con una "a" tónica deben llevar el artículo masculino (a menos que entre el artículo y el sustantivo haya un adjetivo):

El agua limpia, un agua clara, la limpia agua, las aguas limpias, esa agua limpia

El agua amplia, la amplia agua (a pesar de que el adjetivo empieza con "a" tónica, no se dice "el amplia agua"), esa agua

Artículos indeterminados

El idioma español posee además artículos indefinidos:

Un perro (masculino singular).

Unos perros (masculino plural).

Una gallina come maíz (femenino singular).

Unas gallinas comen maíz (femenino plural).

Un ventilador está en oferta (masculino singular).

Ustedes son unos hombres trabajadores (masculino plural).

Eres una mujer muy educada (femenino singular).

Unas niñas se dirigen directo a la escuela (femenino plural).


DEL NUMERAL

Números cardinales

Para expresar números se utiliza el número cardinal:

un hombre; una mujer

dos hombres; dos mujeres

La guitarra española tiene seis cuerdas

treinta y un días

cuarenta y una banderas

En caso se utiliza el número uno en plural se refiere a algunos:


unos hombres; unas mujeres

Números ordinales

Para expresar un orden se utiliza el número ordinal:

la primera vez

el quinto coche


DEL PRONOMBRE

Los pronombres son palabras o morfemas cuyo referente no es fijo sino que se determina en relación con otras que normalmente ya se han nombrado. Pragmáticamente se refieren con frecuencia a personas o cosas reales extralingüísticas más que a sustantivos del contexto. A esta propiedad de referirse a otros elementos tanto lingüísticos como extralingüísticos se la denomina deixis; por ejemplo: Pedro no es tan listo como él pensaba'; ellos comen mucho.

Pronombres y determinantes

Los pronombres y los determinantes están estrechamente relacionados y tienen propiedades de distribución en la oración curiosas. De hecho se piensa que todos los pronombres pueden considerarse como un determinante que no acompaña a un nombre. De ahí que se haya propuesto que el núcleo sintáctico de un sintagma con determinante no sea el nombre sino el determinante, ya que esta parece la parte obligatoria de los sintagmas siendo el nombre el complemento de dicho núcleo. Esta es una de las razones básicas por lo cual se propuso el sintagma determinante como constituyente diferente del sintagma nominal. La siguiente tabla muestra algunas de las relaciones existentes entre pronombres y determinantes:


Función
pronominal

Función
determinante

Personal (1ª/2ª)

yo

yo desayuno

Personal (3ª) / Artículo

agárrala

agarra la silla

Posesivo

Este es mío

Este es mi lápiz

Demostrativo

Quiero este

Quiero este lápiz

Indefinido

¿Has visto alguno?

¿Has visto algún pez?

Interrogativo

¿Quién fue?

¿Qué persona?

Pronombres y anáforas

Tanto las anáforas como los pronombres son elementos cuyo referente no es fijo sino que depende del contexto lingüístico. La diferencia sintáctica entre ellos es que las anáforas requieren un antecedente en su dominio local, mientras que los pronombres no tienen antecedente en su dominio local (aunque pueden tener antecedente discursivo).

El ejemplo más claro de anáforas son los reflexivos, indebidamente llamados «pronombres» reflexivos. Estos reflexivos requieren estar regidos por su antecedente de acuerdo con los principios de rección y ligamiento.






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