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La palabra como unidad de significado

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LA PALABRA COMO UNIDAD DE SIGNIFICADO для языковых ВУзов.

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«La palabra como unidad de significado»


LA PALABRA COMO UNIDAD DE SIGNIFICADO:

ALGUNAS EXCEPCIONES AL RESPECTO


Los primeros intentos de definir la palabra se remontan a la antigüedad clásica con las concepciones platónica, aristotélica y de la

filosofía estoica. Continúan con pocos cambios y si n mayor precisión durante la Edad Media y el Renacimiento y perduran casi hasta nuestros días, más de dos mi l años después. Unid o a lo anterior se presenta otro hecho que ha marcado los estudios lingüísticos hasta nuestro siglo. La escuela alejandrina constituye el primer intento de especialización dentro del campo de los estudios gramaticales; nacen, así, los primeros lexicógrafos, retóricos, glosadores, etc. Entre ellos se yergue como figura fundamental Dionisi o de Tracia, quien redacta de forma detallada todos lo s avances llevados a cabo en el estudio de la lengua hasta el momento. Para este autor, lo s estudios gramaticales tienen como fin el preservar el griego literario de los procesos de contaminación y corrupción que tienen lugar en el habla coloquial. Así, la diferencia existente entre los textos homéricos, más antiguos, y el habla popular de s u tiempo no respondía más que a las corrupciones y contaminaciones de la lengua hablada que, a s u vez, se alejaba de las normas gramaticales.

Lo s estudios gramaticales de la época romana continúan por los cauces ya desbrozados por los autores griegos, fundamentalmente a causa del prestigio que éstos ya habían adquirido. Pocos fueron, en este sentido, los autores romanos que se plantearon desde u n nuevo ángulo el estudio de la lengua latina; en general, bajo el modelo griego, observaron algunas particularidades del latín: mayor número de casos, inexistencia del artículo, etc. Entre los autores dignos de mención destacaremos a dos: Varrón (S.I a. de Cristo) y Prisciano (h. 500 d. de Cristo). El primero, en s u obra De lingua latina, distingue tres partes a la hora de deslindar el enfoque de los estudios gramaticales: Etimología, Morfología y Sintaxis.

Tanto los autores griegos como romanos, que formarán los pilares teóricos y metodológicos de los estudios lingüísticos de toda la edad media y en gran medida llegarán a nuestros días, poseen en común varios rasgos que deben ser destacados en relación con la unidad denominada palabra.

a) Para los autores romanos, la palabra en s í es u n hecho complejo que puede tomar carácter monosemántico o multisemántico en función de complejas razones. N o obstante, todos lo s autores clásicos están de acuerdo en que es necesario disponer de una unidad sobre la que trabajar en el estudio de la lengua. Esta unidad queda suficientemente clara tomando como base de estudio la escritura, donde dichos elementos quedan delimitados entre espacios en blanco.

b) Como ya hemos afirmado anteriormente, los autores griegos, en particular a partir de la escuela alejandrina y debido a las connotaciones negativas que había adquirido el habla coloquial (lenguaje corrompido y contaminado), promueven el estudio de la lengua tomando como base l o s escritos literarios que ya gozaban de respeto y admiración (fundamentalmente los homéricos). Lo s gramáticos romanos, por s u parte, siguen en esta línea ya iniciada por los griegos, inducidos por el gran respeto que la cultura griega les infunde.

J. Lyon s (1968 : 19 9 y ss.) tien e e n cuent a la s definicione s anteriores de palabra (particularmente las clásicas) para observar que la palabra ha sido definida en base a muy diferentes criterios:

a ) La palabra como cualquier segmento de una oración limitado por puntos sucesivos en los que son posibles pausas .

b ) La palabra como la unión de un significado particular con un complejo particular de sonidos capaz de un empleo gramatica l particular.

c ) La palabra como forma libre mínima.

La primera (a ) presenta graves inconvenientes a la hora de identificar los derivados, las palabras compuestas y otras construcciones que mantiene la posibilidad de pluriverbalidad o monoverbalidad al mismo tiemp o en un a lengua dada , incluso en la lengua escrita . Sin embargo,

S. Ullman n (1976 : 46 y ss.) , a pesar de conceder gran importancia al hecho de que los hablantes puedan percibir y aislar las palabras por métodos puramente objetivos, cree que ello no puede proporcionar, sin embargo, una vía segura para desvelar la verdadera estructura del lenguaje. Consecuentemente, busca diferentes criterios lingüísticos que den valor o anulen la creencia implícita de la autonomía de la palabra. Para ello se basa en tres criterios:

a) La palabra como unidad fonológica. Ciertamente, en el fluir discursivo so n raras las palabras que se mantienen con independencia fonética. Dicha pérdida de independencia ha causado, en ocasiones, efectos permanentes en la forma de una palabra: bien, en la reconfiguración de su sustancia, bien creando varias formas en función del contexto. Parece, por tanto, obvio que las palabras no so n tratadas, en el habla, como unidades fonéticas.

b) La palabra como unidad gramatical. Palabras plenas y palabrasиformas. Saca a escena aquí Ullman n la compleja problemática iniciada con Aristóteles y aún no satisfecha en nuestros días. La disparidad de criterios – ya semánticos, ya morfológicos- y las dificultades que manifiestan cada uno por separado a la hora de encontrar rasgos, de uno u otro tipo, que sean capaces de englobar todas las categorías léxicas y modalidades formales impide llegar a una solución satisfactoria.

c) La palabra como unidad de significado. Ullman n centra este epí­ grafe en la importancia del contexto para determinar lo s significados de las palabras. A pesar de ello, ya nos hemos referido en líneas anteriores a la dificultad que, desde el plano semántico, plantea la definición del término «palabra».

TIPOS DE LENGUAJE

Una primera, a la que podemos denominar estructura literal, está fundamentada sobre los componente s léxicos de lo que objetivamente se han denominado palabras. De forma que el resultado comunicativo es, en gran medida , una suma de los constituyentes léxicos de dichos términos. La segunda modalidad está formada por estructuras, generalmente insertas en la modalidad anterior, cuyo significado no es deducible a partir de las unidades léxicas que las fundamentan, al menos en sentido estricto. Este componente del lenguaje lo podemos llamar estructura figurada. A él responde todo lo que globalmente se ha denominado «metáfora».

Este hecho –como posteriormente veremos de forma más detallada- responde a dos necesidades propias de la comunicación directa:

a) El hablante, al iniciar s u alocución, tiene la necesidad de poner en alerta a su oyente con el fin de que preste atención a su discurso, tanto a sus palabras como a su gesticulación; hecho que permitirá mantener un alto nivel de comprensión al evitar la ambigüedad derivada de la distracción del oyente.

b) Además, el tiempo de pronunciación de estas palabras, que generalmente se hace de forma muy pausada, permite segundos (o décimas

de segundo) al que va a iniciar s u alegación, vitales para estructurar en las palabras correctas la base de s u pensamiento.

c) El oyente tiene u n mecanismo para mostrar al hablante que está atento y que comprende correctamente el mensaje (sí, vale, ahá, etc.).

LA PALABRA IDIOMÁTICA

La palabra idiomática ha sido definida en relación con s u particular forma de aparición en el decurso comunicativo: «un elemento lingüístico que, por razones diversas -históricas principalmente-, aparece única y exclusivamente dentro del marco de una locución».

Palabras idiomáticas derivadas de préstamos de otras lenguas. A veces ocurre que una palabra extranjera, que no ha pasado a formar parte de una lengua como mera unidad semántica, es incluida por un hablante dentro de una estructura compleja que, por s u significado global fácilmente sobreentendido (aunque figurado), queda petrificada y es repetida así por los hablantes como unidad léxica de la lengua.

Palabras idiomáticas originadas por la desfiguración fónica de los hablantes en virtud de diferentes factores: cómicos, lúdicos, rítmicos, etc. Este hecho ha sido mejor estudiado por la paremiología en relación con las particularidades formales que representan algunas palabras insertadas en los refranes.



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